Con mucha precaución( para no quemarse), saca la lengua para comenzar a pelarla. ¡Sí, a pelarla! A desprender esa piel gruesa y rugosa que no es comestible. No dejar ni un solo trocito.
Una vez limpia, cuela el agua de escaldarla, y vuelve a poner la lengua en ella. Sazona con sal y pimienta, molida y en grano. Esta vez ha de hervir a fuego fuerte primero y lento después, al menos, durante varias horas. Para cerciorarte(si está o no) pincha y si sale líquido por la incisión debe hervir más, pero si sale limpio el cuchillo y entra con facilidad, ya está.
Elegir una vasija más pequeña que el volumen de la lengua; ha de quedar aprisionada y se le pone encima todo el peso, en kilos, que puedas encontrar. Directamente colocas un plato y encima el peso, (por higiene). Por precaución, si soltara jugo, coloca una fuente o bandeja bajo el recipiente.
Después de 24 horas en la prensa, hay que desmoldarla. Sepárala de la pared del recipiente y muévela hasta confirmar que se ha desprendido totalmente. ¡Dale la vuelta! Como si de una tortilla de patatas se tratara.
Esta receta viene de mi abuela Brígida y no quiero que se pierda un bocado tan exquisito, y que yo os brindo con mucho cariño.