que no me devuelvas mi imagen.
-¿Qué imagen?
-La mía, la que he tenido
todos estos años.
-Pero.. te doy la actual.
- Pues haces mal,
porque esa me daña.
-Pero, es la verdad.
-¿Dime donde la tienes guardada?
-¿De qué fecha hablas?
-No sé de fechas, ni de tiempos;
quiero observar
mi garbo airoso;
quiero recrearme en
mi mirada sensual;
me quiero cerciorar
de la ausencia de surcos
alrededor de la boca;
que no hay pliegues en los ojos,
ni colgajos en los brazos,
ni relieves en las manos.
-Ja; garbo airoso…
¿Y la ciática…qué?
-Bueno…estoy en tratamiento.
-¡No te librarás de ella!.
-Está bién….pero
¿qué me dices de mi pelo?
-Permíteme que me ría;
tu pelo lo cambiaste tú.
Empezaste con unas mechas,
y por tapar el cabello blanco
te entró la neura y
en rubio lo convertiste.
¡Yo no tengo nada que ver!
-Pero… es que no me conozco.
-Pues empieza a acostumbrarte,
porque yo reflejo la imagen que me das,
¡No hago milagros!
Mª Dolores Madrid