Entre la floresta y el descampado
hay dos mundos que se baten en silencio.
Un mundo de sol sin amparo,
donde la vista se ciega
y comienza un ardiente desconcierto.
La lengua se acartona,
sus muecas suenan a quejidos,
y la honda respiración
cruje ardorosamente
retorciéndose en crepúsculo rendido.
El mundo de la luz, tamizada,
atraviesa sus brazos pardos.
Las aves envían cánticos de ensueño.
Los animales,
viven ansiosos picoteando
y mordiendo brotes nuevos.
La lluvia, su sangre enciende y
se agolpa para abrigar en sus entrañas
el regocijo de la despensa,
para libar con celo
el néctar que los sustenta.
Tu mundo es mi mundo,
que yo sigo acariciando.
MadoMago
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