
Solo me limité a plasmar con esa técnica de sanguina el rostro que se me proporcionó en foto.
Fue un reto y un placer hacer este trabajo porque fue el segundo encargo que realizaba sin conocimiento de la persona.
Lo propio de un retratista es estudiar el rostro personalmente para tratar de sacarle "su expresión"; si a pesar de no poder hacerlo, llegas a conseguirlo, la satisfación es muy grande.
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