domingo, 18 de noviembre de 2012

HOMENAJE A DON VICENTE

El día 4 de Agosto se celebró una Misa homenaje a D. Vicente, sacerdote que acudía a El Carmolí todos los veranos; esto fue lo que le dediqué:


Y D. Vicente dijo: Hágase tu voluntad, haré lo que Tu me mandes. Y Jesús le envió atender a los fieles de El Carmolí. Treinta y un años puntualmente consideró nuestras exigencias espirituales dando a conocer la Palabra de Dios.
Todos conocimos a Don Vicente, sabíamos de su bondad, de su entrega, de su amor a los demás. Con D. Vicente, párroco de La Puebla se han celebrado en El Carmolí, bautizos, comuniones, bodas..... participó, con mucho agrado en las fiestas infantiles, en la década de los 70, proporcionando películas que él mismo proyectaba. En mi familia hemos tenido la suerte de que se sentara en nuestra mesa en varias ocasiones; también me consta que con otras familias también compartió mesa.
La familia Terry, que se encargó de la construcción de la capilla, tuvo también ese privilegio; D. Vicente venía siempre acompañado de su hermana Carmen. En los meses de Septiembre, aquí, en esta zona, es cuando llueve algo y a veces torrencialmente. Iréne, la señora de Terry, avisaba a D. Vicente para que no viniese, pero él retaba al tiempo y acudía puntualmente.
El pasado verano estuvimos atendidos por diversos sacerdotes de la diócesis de Cartagena dado que su salud necesitaba de descanso. Este invierno utilizámos los medios de comunicacion a nuestro alcance (teléfono, correo electrónico, visitas) para saber como se encontraba, puesto, que supimos que estuvo hospitalizado. Por este motivo, la familia Terry y nosotros fuímos a visitarle a La Puebla.
Hasta aqui todos le conocimos, pero lo que desconocen muchos de sus fieles, aqui presentes, es el relato que nos contó de un suceso que protagonizó durante la guerra civil siendo aun un niño. La historia y nuestros antecesores nos
contaron que desde el año 1934 las iglesias fueron saqueadas, destruidas, los sacerdotes y las monjas perseguidas y asesinadas si eran reconocidas como tal. Los curas tenian que llevar la comunión a algunas personas sin ponerlas en peligro. Vicente, oriundo de Molina del Segura, con sus nueve años, era un niño juguetón, simpático con muchos amigos; pero un dia que el sacerdote estaba en apuros le planteó llevar la comunión. Esto fue un reto para el: llevar la comunión a una persona que la necesitaba, a un enfermo quizás. Para ello debia de ir muy recogido porque llevaría el cuerpo de Cristo....pero lo pensó detenidamente; “si salgo despacio mis amigos me llamarán para jugar, pero no puedo decirles lo que llevo; si salgo corriendo y me llaman les diré que tengo prisa”; y asi lo hizo, salió como una flecha a pesar de que algunos fueron corriendo tras él, pero no le alcanzaron.
Este encargo ¿fue decisivo para él? ¿diría aquí, haré lo que tu me mandes? Mientras D. Vicente contaba este episodio me acordaba de la historia de San Tarsicio que vivió en el siglo III. Cuando estudiaba la asignatura de Historia Sagrada , la vida de este niño me conmocionó. Un niño como Vicente. En Roma el emperador Valeriano perseguia duramente a los cristianos y tenían que reunirse en casas privadas o en las catacumbas para escuchar la Palabra de Dios. Cuando el sacerdote preguntó quien podía llevar la Custodia a unos enfermos, Tarsicio se levantó diciendo: mándame a mí, por mi juventud pasaré desapercibido y el Cuerpo de Cristo no correrá peligro. Su miedo era que le arrancaran el precioso tesoro que llevaba. Sus propios amigos le llamaron para jugar pero él no accedió a sus ruegos; asi que sospechando que era cristiano, lo golpearon mientras con mucho ahínco apretaba lo que llevaba en el pecho.
Murió defendiendo la Custodia. Recogido su cuerpo lo enterraron de inmediato en las catacumbas de San Calixto. La leyenda popular cuenta que al tomar sepultura encontraron ese lienzo donde se envolvía el Cuerpo de Cristo, pero no su contenido; con lo que se dijo que el Cuerpo de Cristo se unió al cuerpo de Tarsicio en una sola carne.
Don Vicente, el cura de La Puebla; el niño que llevó a Cristo junto a su pecho... no nos ha dejado, ha cambiado de Parroquia y no puede venir físicamente a celebrar la Eucaristia con todos nosotros, pero el está aquí y siempre estará, porque nosotros le tendrémos en nuestro corazón por muchos años, porque la semilla la sembró en El Carmolí. ¡Buena tierra!


Mª Dolores Madrid González


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